miércoles, 2 de abril de 2008

AFINANDO

He estado muchos años incorporándolas a mi vida, dejando que rectifiquen, que aporten, que me curen y creo firmemente en su poder.

Tengo tanta fe en ellas que me gustaría poder compartirlo.

Cada flor contiene una energía y una vibración muy elevada.

Tan elevada como la Gran Madre Tierra, pues son sus hijas más cercanas que nacen de ella y han heredado su más elevado y alto poder.

El doctor Edward, logró sacar esta vibración mágica de las flores.

Para ello se le ocurrió coger las más bellas y frescas, las que estaban en su máximo esplendor y las colocó en un recipiente lleno de agua pura y cristalina de manantiales de su tierra.

Lo único que hacía era dejarlas al sol durante todo el día, y las bondadosas flores, la amabilidad del agua y la fuerza y el calor del sol, hacían todo el milagro de forma sabia y natural.

Toda la vibración poderosa de cada flor, pasaba al agua y este agua bendita y llena de gran potencia y cualidades, era simplemente lo que utilizaba para sanar.

Atención a lo que vas a oír, la vibración es un concepto mágico y divino, no tiene medida ni cantidad.

Por lo tanto una gota de flores de Bach tiene tanta vibración como todo un bote, ( para mí sigue siendo difícil de comprender, pero así es).

Por eso cuando las tomamos, sólo dejamos debajo de nuestra lengua cuatro gotas en cada toma, que apenas notamos en nuestra boca.


PERO AHÍ ESTÁN CON TODO SU PODER.

Por lo tanto no se trata de la cantidad que introduzcas, sino el número de veces que lo hagas, eso es lo importante.

Pero sí os diré que Edward descubrió que unas vibran en una frecuencia máxima de amor, otras de alegría, otras de perdón, otras de equilibrio, otras de confianza...

Edward creía que cada un@ poseemos esas características Divinas dentro de nosotr@.

Que todas las cualidades de las flores nos pertenecen y están en nuestra sabiduría interior.

Es con el paso de la vida que nos vamos alejando y olvidando de ellas.

Algunas desaparecen y otras se quedan enterradas muy interiormente, porque no las cuidamos y trabajamos en ellas.

Cuando no las dejamos ser y vivir en nosotr@, nos sentimos desequilibrados y caemos enfermos del alma y del cuerpo.

Por ello nos dice Edward, que al introducirlas actúan como un diapasón, que producen una vibración con un sonido de alegría, amor...

Nuestra sabiduría Divina, reconoce que esa cualidad le es conocida y comienza a afinar en esa nota divina, que ya estaba dentro pero desafinada.

Cada vez que las introducimos, vamos afinándonos más en ella, hasta que encontramos nuestro propio sonido divino que traíamos al nacer.

Yo cada vez que tomo mis gotas, me digo en tono de humor : AFINANDO, AFINANDO.

Y me imagino que mi cuerpo se va llenando de notas mágicas y poderosas.

Y que cada día estoy más cerca de la verdad con la que nací.

Que ya estoy preparada para sentir que soy una Hija Divina.

Deseo que mi verdadera fe en ellas os llegue.

CON TODO MI AMOR.




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