lunes, 2 de junio de 2008

ARBOLES SAGRADOS






En muchos países los árboles se consideran algo sagrado.

En la antigüedad los árboles poseían un significado más profundo.

Las imágenes de la antigua diosa madre se tallaban sobre troncos de árboles y, probablemente, la forma original de la diosa también fuera la de un árbol.

Es costumbre plantar un cedro cuando nace un niño y un ciprés cuando nace una niña.

También se utilizaba su madera en las camas de matrimonio de recién casados.

Nuestros hermanos los arboles se comunican con el ser humano y esto nos beneficia considerablemente.

La máxima realización de un árbol es ser elegido y utilizado por el hombre.

Los arboles tienen un espíritu de quietud, equilibrio, de inocencia, de divinidad, que el ser humano puede alcanzar al ponerse en contacto y unión con ellos.

Si dormimos sobre sus raíces o bajo sus ramas, tendremos sueños intensos y hermosos.

Si nos echamos tranquilamente en su tronco con la espalda apoyada, nos llegaran revelaciones y claves tan buscadas en nuestra vida.

Entraremos en un éxtasis sereno que nos mantendrá así el resto del día.

De igual forma que nos alimenta, la búsqueda y compañía de los árboles nos nutre física y espiritualmente.

Inmensa es la alegría y plenitud de un árbol que es elegido por una comunidad o pueblo.

Eran colocados arboles majestuosos y sagrados en el centro de la comunidad, que ejercían de jueces y de ley.

Bajo ellos se celebraban bodas, se firmaban contratos y se aclaraban juicios, como si de la misma Divinidad se tratase.

Estos arboles venerables son muy poderosos y dejan una sensacion de profundo respeto, paz y felicidad.

Elige un árbol que te servirá de guia, buscalo, pidele a la divinidad que te acerque a el.

En ocasiones se produce un reconocimiento instantaneo por ambas partes y surge el flechazo.

Cuando establecemos la sintonía, empezamos a comprender la generosidad de estos seres, su carácter hospitalario, su actitud de confianza y respeto hacia la vida.

Quizá todos tenemos una cita o un motivo para peregrinar alrededor de sus templos, siempre conceden audiencia y reciben amablemente a quien los busca y necesita.

Sus cualidades de inmovilidad, estabilidad y la sabiduría de su ritmo, les otorga una especial cualidad como amigos, consejeros y confesores.

Si nos sentamos en el hueco de su tronco, bajo la protección de su corteza, podemos vivir parte de su grandeza.

Cuando un árbol llega a alcanzar cierta edad y dimensiones.

Cuando los años son incontables y dice el abuelo que ya lo conoció así.

Cuando sentimos al dar una vuelta alrededor de su tronco una especie de invitación a sentarnos y gozar de la calma y serenidad que transmite.

De seguro que nos encontramos ante un ser sagrado, tan integrado y notable en el paisaje como la montaña y la roca.

La consciencia individual que alcanzan estos seres les acerca en cierto modo al género humano, pero ellos no pierden la conexión con el Todo.

Ellos permanecen arraigados y unidos al mundo

Tienen memoria y un alto grado de percepción respecto a su entorno y estado anímico de los seres que le rodean.

Como si ellos nunca hubieran salido del paraíso, conservan una gran paz interior y afinidad con los mundos espirituales.

La divinidad es aquí palpable y, tras el diálogo con ellos, podemos sentirla más tarde, aún cuando estemos ya muy lejos del árbol que nos acogió, con sólo visitarlo mentalmente, evocar el recuerdo de sus gruesos pies y su inmenso tronco, del sosiego que nos inundó.

El enlace con estos seres nos ayuda a recuperar el equilibrio, la serenidad y la sensibilidad.

Nos restaura la salud, modifica nuestro ritmo físico, emocional y mental.

La mera cercanía a uno de estos santuarios silvestres, nos sumerge en la sabiduría de la Madre Tierra.

Por eso es tan importante buscar a estos seres e inventar mil excusas para esta largos ratos bajo su protección.

Si aún no eres un@ gran ABRAZADOR DE ÁRBOLES, ¿ a qué esperas?

Yo voy abrazando y abrazando a todo el que me encuentro y los saludo y les invento nombres.

Llegar a la naturaleza con esa actitud de respeto y consideración, a estos gigantones hermanos, me llena de alegría y me hace sentir como una niña y disfruto y siento como antes no había sido capaz de sentir.

Enamorarse de los árboles es un milagro para tu vida.

Te deseo este tremendo placer.

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