viernes, 15 de agosto de 2008

HACIENDO LAS PACES CON NUESTRO CUERPO

Hoy haremos las paces con el cuerpo y el rostro con que nacimos, y lo peor y más difícil de todo, con la transformación de estos.

Porque cuando miramos nuestros cuerpos de verdad y vemos como año tras año van cambiando y no para mejor...

Hoy abrazaremos las arrugas que nos miran desde el espejo, las partes que nos cuelgan o las que sobresalen allí donde no debieran.

Empezaremos invocando al poeta : " Aquí en este cuerpo están los ríos sagrados, aquí están el sol y la luna, así como todos los centros de peregrinación. No he hallado otro templo tan sagrado como mi propio cuerpo..."

Nos llevará algo de tiempo recorrer todos nuestros centros de peregrinaje personal y aprender a amarlos.

Y sobre todo aprender a aceptar esos cambios que forman parte del tiempo y de la madurez.

Porque cuando te miras en el espejo, ¿ te gusta lo que ves?.

No hemos aprendido a ver belleza en el cuerpo que va madurando tranquila y bellamente, sí , bellamente.

Cada cosa que va llegando en su momento y cada cambio que se produce, es la naturaleza de la Madre sabia y ella sabe muy bien lo que hace.

Sólo tenemos una tarea que hacer mientras el curso de la vida y de nuestros cuerpos sigue el que le corresponde, CUIDARNOS.

Cuidarse es respetarse y esto nos cuesta mucho.

Echa una mirada honesta a lo buena que eres contigo misma:

¿ Cuántas horas de sueño nos concedemos?

¿ Caminamos con frecuencia o hacemos suficiente ejercicio?

¿ Cuántos alimentos nutritivos regalamos a nuestro cuerpo?

¿ Cuántas horas dedicamoss a relajarnos y a meditar?

¿ Y a soñar?

¿ Y a ocupaciones personales que nos proporcionen placer?

¿ Cuándo fue la última vez que nos reímos?

Cuando leo estas preguntas, veo algo claro.

Lo que me asusta no es el cambio natural y equilibrado por el que va pasando mi cuerpo.

Lo que me crea angustia es el trato y el cuidado que le ofrezco.

Lo estoy desatendiendo, no me ocupo de él, me siento culpable y al mirarme en el espejo, simplemente veo mi CULPABILIDAD, en este natural proceso.

Si estuviera ocupándome de él en la medida de mis posibilidades, sabría que cada cambio es algo natural y no el resultado de mi descuido y mis abusos.

Ya puede ensancharse mi cintura un poco más cada año, si estoy haciendo todo lo que puedo por mi bello cuerpo, ya no temo esos cambios, los aceptaré mejor.

Están aquí, van llegando, como va llegando cada vez más sabiduría e intuición a mi vida.

La madurez nos trae más desarrollo interior y espiritual, mayor serenidad y APRENDER A QUERERNOS.

Cuando me quiero más me motivo para seguir adelante, ya sea en busca de una dieta más saludable, o para meditar más, encontrar el ejercicio adecuado o para hacer régimen.

Por ello la Gran Madre nos regala una madurez cargada de belleza interior, que produce ese encanto hacia el exterior.

Nos convierte en una mujer especial, con una sonrisa radiante, impregnadas de una cálida y hermosa luz.

Esta luz se llama amor y es un viejo truco de belleza que está al alcance de todas nosotras.

Con todos estos dones que vamos recibiendo de nuestra Madre con nuestra madurez, ¿ tú crees que importa algo que tu cuerpo vaya cambiando y desarrollando nuevos encantos?

Pídete tener UN BELLO , SABIO Y TENTADOR CUERPO MADURO.

ESTE ES EL REGALO DE TU GRAN MADRE.


1 comentario:

  1. Sé que no soy un cuerpo, lo mismo que sé que no soy el automóvil, pero eso no quiere decir que por que yo soy el conductor y no el automóvil me resuelva a chocar o colisionar mi vehículo.

    El cuerpo y el auto son vehículos, son mis instrumentos para llevar a cabo mi única función, y por eso, sólo por eso los honro y celebro mucho esta entrada, este post.

    ¡Gracias!

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